viernes, 15 de abril de 2011

Llantos, sufrimiento y dolor.

Y entonces me despierto. La luz que entra por la ventana hace brillar mi pelo ondulado sobre la almohada, haciéndolo parecer más claro de lo normal. Las sábanas, de un color azul cielo no llegan a tapar mis manos que, blancas como la cal, están colocadas delicadamente sobre el colchón. Poco a poco abro los ojos, poco a poco el terror se va apoderando de mí. Miro y no veo, busco y no encuentro, toco y no siento. No, no puede ser. Todo, absolutamente todo, ha sido un sueño. Tus besos, tus caricias, tus abrazos, tu ternura. Tus sonrisas, tus “te quiero”, tus miradas. Y entonces todo estalla. Como una pompa de jabón que un niño ha conseguido aplastar, como un globo de colores al que, sin querer, alguien ha reventado. Todo eso que hace un instante estaba ahí, todo eso que pensabas que estaría eternamente a tu lado ahora es polvo, cenizas, apenas un vago recuerdo de lo que era antes.
Un llanto surge del interior de mis entrañas, un llanto lastimero, capaz de abrasar a la más fiera de las bestias, un llanto del que cualquiera se compadecería, un llanto que grita por el amor perdido, un llanto que teme por la amistad que había. Un llanto que sufre por esa pompa de jabón, por ese globo de colores. Un llanto que recuerda todo aquello vivido a su lado, un llanto que te hace pensar en lo mucho que te has equivocado, un llanto que te desgarra por dentro, que te hace darte cuenta de todos tus errores. Un llanto que te abrasa como tú abrasaste a todos aquellos, a todos aquellos que no se lo merecían y por los que ahora estás pagando. Un llanto que te da la bofetada que te merecías y que te hace despertar de golpe de ese sueño hermoso del que pensabas que nunca despertarías.

[E.Bueno]

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