Querido Diario, estoy perdida. Hoy he tenido un sueño precioso,
tan precioso que no sabría decirte si era realmente un sueño. Quizá, y solo
quizá, fuera una fantasía mía, de esas que suelo tener habitualmente, de esas
que se me vienen a la cabeza en cualquier momento y en cualquier lugar, que me
dejan con cara de boba y con una sonrisa ladeada. Conociéndome, sabrás ya de
qué iba ese sueño. Él. ¿Quién sino? El sol entraba por la ventana abierta, un
viento cálido movía las cortinas blancas, las paredes pálidas reflejaban la
luz, una chica dormía en una cama situada en una esquina de la habitación mientras
un chico precioso la miraba casi sin pestañear. Él. Él y yo. Me retiraba el
pelo de la cara, sonreía y me decía algo al oído. Y yo abría los ojos poco a
poco, despacito. Veía su cara hermosa, como de película y sonreía. Querido
Diario, quisiera sentirme todos los días como me he sentido hoy, quisiera que
me despertara hablándome al oído, quisiera tenerle todo el tiempo conmigo.
Quisiera dormirme a su lado para luego sentirme como la chica de mi sueño.
Querido Diario, gracias por escuchar mis fantasías inútiles.
[E.Bueno]
Fantasías sin duda. Pero nunca inútiles. No hay ese chico ideal de las novelas rosas y las películas. Pero tienes derecho a reclamarlo. Y tienes derecho a que nadie utilice ese derecho para controlarte y dominarte. Eres una mujer hermosa y sabia. No lo olvides.
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