- Lo siento.
+ ¿Qué sientes, feísima?
- Prometimos una cosa, hicimos un trato, ¿recuerdas?
+ Claro, ¿cómo no lo voy a recodar?
- Es que… creí que podría cumplirlo fácilmente, creía que sería
pan comido. La gente me avisó, me dijo: “Ten cuidado, si juegas con fuego es
probable que te quemes.” Pero yo no les hice caso. Pensé que no sería un gran
reto para mí, que lo tendría todo bajo control.
+ No te entiendo… ¿Qué quieres decir?
- Espera, déjame acabar, ahora que he conseguido empezar quiero
terminarlo.
+ Vale, continúa.
- Llevo ya un tiempo pensándolo… El caso es que, ya me conoces,
cambio de opinión cada dos minutos, nunca estoy segura de nada. Pero poco a
poco creo que me voy dando cuenta de lo mucho que la he cagado… Joder, mírale.
Con sus ojos marrones, sus rizos castaños, esa sonrisa que me encanta... Su
cabezonería que, no sé cómo, es todavía mayor que la mía. Su manera de dejarme
sin argumentos, de llevar siempre la razón. Sus extrañas aficiones que le hacen
tan encantador… ¿Cómo no he podido darme cuenta antes? Lo siento. Nunca debí
firmar aquel contrato. Ahora es demasiado tarde, ya lo he incumplido.
+ Ya, vale ya lo entiendo…
- Es que lo prometimos, prometimos que aquello solo sería un juego,
que nunca llegaría a nada más. Y yo le he fallado. He caído, he perdido. Y lo
peor de todo es que esto no me afecta únicamente a mí, también le incumbe a él.
Le prometí que aquello no sería un problema, que yo tampoco quería
complicaciones y, por intentar librarme de ellas, ahora estoy llena de dudas. Y
me reconcomen por dentro, ya no soy la misma que hace unos meses, me noto más
sosa, más apagada, con menos fuerzas, con menos imaginación. Y me duele un
montón, porque era precisamente esto lo que quería evitar. Quería evitar caer
en la rutina y me he dado de bruces contra ella.
+ Pero, si tan insegura estás de todo, ¿por qué sigues con ello?
- Eso es lo peor de todo. Es que, ¿cómo me voy a separar de
aquello que me hace feliz? Pero este no era el trato que teníamos. La he
cagado, la he cagado pero bien.
[E.Bueno]