Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
[Félix Lope de Vega]
viernes, 30 de septiembre de 2011
domingo, 25 de septiembre de 2011
Sólo entonces.
Cuando veas sin mirar. Cuando sientas sin tocar. Cuando escuches y dejes de oír. Cuando te des cuenta de todo lo que tienes. Cuando sepas que hay alguien contigo. Sólo entonces sabrás que la vida tiene sentido, que no estás solo, que tienes apoyo. Sabrás lo que de verdad importa, descubrirás lo que de verdad vale, comprobarás que ellos siguen contigo. Cuando de verdad veas lo que sucede, cuando de verdad sientas lo que pasa, cuando de verdad escuches a los que te rodean, cuando de verdad confíes en los tuyos. Sólo entonces sabrás que tienes todo lo que importa. Sólo entonces dejarás de sentirte desafortunado.
[E.Bueno]
sábado, 24 de septiembre de 2011
Deseas.
Un charco de agua. Unas risas lejanas. Una niña que salta. Un agua fría y sucia que lo salpica todo. Y por un momento deseas volver a tener tres años. Deseas ser esa niña que salta en el charco con sus botas de goma amarillas, sin tener ninguna preocupación. Poder volver a patalear y gritar en medio de la calle sin que nadie te mire mal. Deseas que no te importe ir mojada y sucia. Tener en tus ojos esa inocencia y esa ricura que pierdes con el paso de los años. Que tu pelo, mojado por la lluvia, vuele sin importarte nada ir despeinada. Deseas que alguien te coja de la mano y te saque del charco. Que te lleve a casa y te cambie de ropa para que no te pongas mala. Que cariñosamente, te seque y te dé una taza de chocolate para que entres en calor. Quieres con todas tus fuerzas ser otra vez una niña. Y, solo por un instante, lo consigues.
viernes, 23 de septiembre de 2011
¿Cómo lo haces?
¿Cómo lo haces? ¿Cómo eres capaz de sacarme la mejor de mis sonrisas cuando estoy triste? ¿Cómo eres capaz de tranquilizarme cuando estoy nerviosa? ¿Cómo eres capaz de hacerme tan feliz con solo decirme “hola”? ¿Cómo eres capaz de hacer que mis ojos brillen como si fueran el sol? ¿Cómo eres capaz de hacerme saltar aunque esté agotada? ¿No puedes contestarme? Pues te contestaré yo. Eres capaz de sacarme mi mejor sonrisa cuando estoy triste porque solo con escuchar tu voz, soy feliz. Eres capaz tranquilizarme cuando estoy nerviosa porque tus ojos me transmiten una paz y una calma que nada ni nadie más consigue darme. Eres capaz de hacerme feliz con solo decirme “hola” porque el simple hecho de que te dirijas a mí me saca una sonrisa. Eres capaz de hacer que mis ojos brillen como nunca porque tu belleza imposible me deslumbra. Eres capaz de hacerme saltar aunque esté cansada porque hay algo en ti que me vuelve estúpida. Eres capaz de hacerme todo esto y más porque te quiero. Te quiero a ti. Te quiero.
[E.Bueno]
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Tú.♥
Hacía
tiempo que no notaba esto. Esta alegría en mis ojos, este calor que recorre mi
cuerpo y que me llega hasta las puntas de los dedos, estas ganas de reír que me
entran cuando me hablas, ese temblor en mi voz cada vez que te digo cualquier
cosa. Y es que no hay nada que me ponga más feliz que, después de un largo día,
llegar a casa y ponerme a hablar contigo. Aunque no digamos nada, aunque nada
sea importante. El simple hecho de que estés ahí, hablando de todo y de nada,
dispuesto a escucharme, para intentar entenderme, lo es todo para mí. Y cuando
yo meto la pata y tú simplemente te ríes me pregunto dónde has estado todo este
tiempo, cuánto tiempo ha pasado sin que yo me diera cuenta de que tú existías. Puede
que el resto de la gente no me entienda, que me mire mal pensando que estoy
loca y que hablen mal de mí por todo esto. Y, ¿sabes? Puede que en otro tiempo
me hubiera importado. Pero no. Ya no. No me importa lo que la gente diga porque
tengo algo que me importa mucho más. Tu compañía. Tu comprensión. Tu cariño.
Tú.
[E.Bueno]
jueves, 1 de septiembre de 2011
Mi verdadera herencia.
“Soy Tommaso, el abuelo de Carolina. Mi nieto Giovanni, o Rusty James, como lo llama ella, captura el mundo en una página en blanco. Yo también, sólo que uso otro tipo de papel: el fotográfico. El objetivo contiene el espacio que quiero inmortalizar; un círculo tan pequeño que, sin embargo, puede retener un momento mágico, irrepetible. La fotografía detiene el tiempo, vence el temor de que todo se pierda algún día. Es suficiente con un clic. Esa imagen y, sobre todo, lo que evoca serán nuestros para siempre. Ésa es la idea que siempre me ha gustado del arte de la fotografía. Los momentos que puedo compartir con los demás, con mi Lucilla sobre todo. En mi opinión, ella es una modelo bellísima. Un rostro que cambia con frecuencia de expresión y que inspira innumerables fotografías. Tendríais que verla. Tiene unos ojos indescriptibles. Todavía hoy me pierdo en ellos. Cuando la miro me siento seguro. Ella camina por la casa tranquila. Ordena las cosas, lee, se prepara un té, me habla. Y yo me siento feliz. Sé que podría morirme hoy mismo y me daría igual, porque he tenido todo cuanto deseaba. Mejor dicho, he tenido todo cuanto sabía que deseaba, porque a menudo nos equivocamos al desear las cosas. Creemos saber qué es lo mejor para nosotros y, en realidad, nos lo imponemos. Es el riesgo que uno corre cuando no se escucha realmente a sí mismo. Con mi Lucilla, en cambio, he aprendido a buscar lo que quería mi corazón. Así, cuando cojo mis fotografías, todas ellas, puedo reconstruir cada momento del viaje que he realizado con ella. Ella, que me ha enseñado a vivir y me ha convertido en una persona mejor. Ella, que nunca se rindió cuando estábamos desesperados porque no teníamos dinero. Se arremangó y, serenamente, empezó a construir, aprovechando lo poco que teníamos. Con el paso del tiempo, esas fotografías han acabado conteniendo una vida que hay que volver a mirar para sentirse de nuevo como en todos esos instantes que intenté detener. Sin perder nada. Incluso cuando dejemos de existir, esas fotos sabrán conservar lo que cuentan. Y los que aman podrán captar en cualquier momento ese matiz que, quizá, han perdido en el frenesí de la vida. Hago fotografías desde hace muchos años. Las conservo en unos álbumes que guardamos en el salón, y alguna que otra noche Lucilla y yo nos sentamos en el sofá para hojearlos. Cuántos recuerdos y alegrías, aunque también cierta tristeza por lo que ya no puede volver. No obstante, el placer consiste en mirarlas una y otra vez. Y, por encima de todo, en comprobar que nuestros rostros aparecen siempre, y verlos cambiar, una página tras otra. Ella y yo. Qué amor. El amor. Todavía recuerdo la primera vez que la vi. Ambos éramos muy jóvenes y yo, desde luego, muy torpe. Paseaba en bicicleta y la vi caminando de una manera que nunca he conseguido olvidar. Un paso hermoso, sólido y ligero al mismo tiempo. Un paso que reconfortaba. Lo primero que me pasó por la mente y que me asustó fue que podía perderla, que si no hacía algo entonces, en ese preciso momento, jamás volvería a verla caminando así. Tenía que lograr que se detuviese, inmortalizarla de algún modo. Pero no tenía nada para hacerlo, aparte de mí mismo. De manera que bajé de la bicicleta y me presenté. Al principio ella pareció asustarse un poco, pero acto seguido se echó a reír. Se echó a reír… En aquella época si un desconocido abordaba a una chica y entablaba conversación con ella, ésta tendía a mostrarse reacia, en parte por miedo a lo que pudiese decir la gente. Pero ella no. A pesar de que estábamos a plena luz del día, se echó a reír. Y habló conmigo. Y yo supe de inmediato que jamás podría estar sin ella. Así fue. He conocido a otras mujeres y nunca ninguna me ha parecido tan maravillosa como mi esposa. Cuando se rió, decidí que necesitaba a toda costa una cámara de fotos. Para fotografiarla a ella. Tuve que comprarla a plazos, con el dinero que gané con mi primer trabajo. Pero la compré. Y empecé a fotografiarla en todo momento, y ella se avergonzaba. Era hermosísima, incluso cuando me hacía muecas. Después, los paisajes, los objetos, mis otros seres queridos, nuestra hija, mis nietos, todo cuanto me rodeaba fue capturado también por el objetivo. La fotografía es mi manera de expresarme. También el dibujo, mi otra pasión, pero no es lo mismo que cuando pulso el disparador de la cámara. Cuando miro una foto veo un fragmento de mi vida y recuerdo perfectamente ese día. Luego sonrío. Sé que seguirán estando ahí cuando yo me haya marchado. Tal vez alguien que sepa mirar bien dentro de ellas pueda llegar a ver la sonrisa de mi alma. En caso de que así sea, serán mi verdadera herencia.”
[Carolina se enamora]
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