Y entonces, sin previo aviso, le miras, te mira, te ríes, te sientes por un pequeño momento cómplice de algo. Sientes un cosquilleo, una bomba, un tic-tac, un ruido tremendo en tu pecho. Te das cuenta de que es tu corazón, loco, libre, como se ponía tiempo atrás cuando apenas eras una niña y tus padres llegaban a casa con un regalo para ti. Por aquel entonces te habrías puesto a gritar y saltar alrededor de la caja. Pero esta vez, es diferente, no es como entonces, esta vez sientes que lo necesitas, no solo lo quieres sino que ahora también piensas que si algo cambiara allí afuera, en el mundo real, tu vida se pondría patas arriba. Y de repente algo en ese mundo de verdad te hace despertar, se te pasa por la cabeza todo lo que acabar de pensar y te sonrojas e intentas hacer callar a la máquina que tienes dentro de ti, a esa que hace tanto ruido, pues no quieres que él se entere. Lo piensas mejor. Bueno, en realidad sí que quieres decírselo pero temes un enorme rechazo, un cambio en vuestra relación, un giro que lo cambie todo. Y prefieres seguir mandándole indirectas. Quieres que se entere pero también temes decírselo directamente. La gente ya se huele algo, pero a ti, eso, te da igual. Exactamente igual. Tú lo que quieres es que él se entere. Que se entere y que te diga que te quiere. Que te abrace y ambos sonriáis. Y aunque sea un sueño tonto e imposible disfrutas pensando en ese; en tu sueño, en Él. ♥
No hay comentarios:
Publicar un comentario