viernes, 31 de agosto de 2012

Nos dijeron que los sueños podían hacerse realidad...


Nos dijeron que los sueños podían hacerse realidad. Deseamos que fuera cierto, les creímos al instante. Queríamos ser princesas, encontrar una rana que se convirtiera en príncipe por nosotras. Queríamos vivir aventuras, recorrer el mundo juntas, agarrarnos las manos y volar. Queríamos besos, queríamos chicos guapos y perfectos. Queríamos sonreír como en nuestros sueños.

Nunca nos acordamos de aquellas noches en las que despertábamos sudadas y agobiadas por culpa de los monstruos de nuestras pesadillas. Tampoco recordamos aquellos sueños en los que las cosas no salían bien y acabábamos hechas polvo ni aquellos otros en los que, angustiadas, caíamos por un precipicio.

Nos dijeron que los sueños podían hacerse realidad. Se olvidaron de mencionar que las pesadillas también son sueños.

[E.Bueno]

domingo, 26 de agosto de 2012

Ignorantes enamorados.

Lo sabes, siempre has oído que el amor no dura eternamente. Desde siempre te han parecido ridículos todos esos locos enamorados que se prometen estar juntos toda la vida.

Siempre lo has sabido y, sin embargo, tú también caes. Se te olvida completamente. Toda esa cordura desaparece cuando vuestras miradas se cruzan, toda esa cordura desaparece cuando le ves sonreír.

Se te olvida que todo termina. Se te olvida esa parte de la película en la que el chico deja a la chica cansado de la rutina, se te olvida esa parte en la que a la chica le empiezan a entrar dudas sobre la fidelidad de su chico.

Te olvidas de todas esas partes y te montas tu propia película. Piensas que todos esos besos y abrazos no pueden ser cosa de algo pasajero, piensas que eso sí que será para siempre.


Te equivocas pero, ¿acaso la magia del primer amor no consiste en la ignorancia de que este pueda tener fin?

[E.Bueno]

domingo, 19 de agosto de 2012

Tarde de verano.

Me quito las sandalias, mis pies tocan la playa, escavo ligeramente con ellos hasta conseguir acostumbrarme al tacto de la arena. Corro hacia el agua. La noto helada, rozándome las piernas. Aún así, no me detengo, sigo corriendo, metiéndome mar adentro. Las pequeñas olas me salpican el rostro. Cuento hasta tres y me sumerjo bajo ellas. Noto el pelo rozándome la espalda y cierro los ojos. Me quedo flotando boca arriba, dejando que el sol me dé en la cara. El mar me acaricia con su espuma y yo me siento parte de él. Me relajo, me olvido de todo. Por un momento consigo lo que llevo intentando durante toda la semana, mi mente se queda en blanco. Sonrío. Sin saber por qué, así, sin más, sin tener un motivo.

Pierdo la cuenta del tiempo que pasa hasta que decido salir del agua. Recorro el camino de vuelta mucho más lentamente, mirando alrededor, dejándome acariciar por los rayos del sol. Una suave brisa me mueve el pelo mojado. Mi piel está salada y mis manos, arrugadas. Huelo a mar, huelo a verano.

Por un momento me he sentido libre, por un momento he formado parte de algo grande, por un momento me he sentido fuerte como una tempestad. Pero después de la tempestad viene la calma y, después de este momento de libertad, vuelven a rondarme las dudas que llevan acosándome toda la semana. ¿Será posible que siga cayendo en sus trampas después de tanto tiempo? ¿Será posible que siga creyendo sus mentiras como la estúpida inocente que soy? ¿Será posible que aunque quiera no me lo pueda sacar de la cabeza?

Oigo cómo alguien grita mi nombre, levanto la cabeza. Son mis amigas desde las toallas. Las miro. No están muy cerca pero, a pesar de mi miopía, puedo ver en sus caras un gesto de preocupación. Otra vez me ha pasado, otra vez he vuelto a dejar que mis gestos me traicionen. Sacudo la cabeza. No dejaré que nadie nos arruine el verano o, por lo menos, lo que queda de él. No dejaré que nadie me deprima. Y mucho menos alguien como él.

[E.Bueno]

jueves, 16 de agosto de 2012

Cansada.


Estoy cansada de no saber qué decir, qué elegir, qué pensar, qué sentir, qué querer. Estoy cansada de no poder, de intentar explicarme y no saber. Estoy cansada de no entenderme ni a mí misma. De hacerme ilusiones y no saber en qué acabarán. De que mis esfuerzos no sirvan para nada, de que todo el mundo intente cambiarme, de que me juzguen, de que me traten como alguien que no soy. Estoy cansada de no saber la diferencia entre rendirme y no luchar. De no intentarlo, de no probar. De no tener el valor suficiente para plantarles cara a los problemas. Estoy harta, harta de todo. Quiero pasar y que el tiempo ponga a cada uno en su lugar. Estoy cansada de sentir que pasa de mí; pero aún más cansada estoy de que justo en ese momento me hable y me haga olvidar todo aquello en lo que estaba pensando. Estoy cansada de no conocerle, de que no me conozca, de que aún así me enamore con sus palabras mentirosas. Estoy harta del hoy, estoy harta de todo. Estoy cansada.

[E.Bueno]