martes, 24 de julio de 2012

Reflexiones de psicópata.


– Buenos días.
– Buenas. ¿Qué te trae por aquí? Hacía tiempo que no se te veía el pelo.
– Ya, bueno… En verano desconecta una fácilmente…
– Sí, y eso que no hace un solo día de playa… Pero a ver, cuéntame, ¿qué te pasa?
– ¿Por qué iba a pasarme nada? ¿Acaso no puedo venir a hablar contigo sin que me pase algo? Vale, sí, tienes razón, no puedo.
– Exacto. Te recuerdo que estás hablando contigo misma… Nos conocemos, Eva… Quizá más de lo que nos gustaría…
– Eres insoportable…
– Querrás decir que “somos” insoportables. Te recuerdo que somos la misma persona… Doble personalidad, creo que se llama…
– Anda, cállate y escúchame. Es difícil de explicar…
– Te entenderé, no lo dudes. Yo soy tu parte lista y…
– ¿Y la modesta? ¿Dónde queda? Déjame hablar, anda… Es que… Agg… no me sé explicar... A ver, ¿recuerdas esa peli que vimos hace poco? ¿Tengo ganas de ti?
– Ajá.
– La lista y la borde, por lo que veo… ¿Recuerdas la carta del final? ¿Aquella que pusimos en el tablón del Tuenti?
– Que pusiste tú… Porque, sinceramente, odio esas películas romanticonas…
– ¿Ahora soy yo la que tiene que recordarte que somos la misma persona? Además, tú lo que odias es ver felices a los protagonistas… A mí me encantan esas películas…
– Bueno anda, no te entretengas y cuéntame… Sino me saldrán canas…
– ¿Recuerdas aquella parte que decía “He intentado avanzar sin apartar antes las cosas que lo impedían, agarrado al pasado, mirando para atrás, queriendo olvidar pero, a la vez, sin parar de recordar, empeñado en quedarme ahí. Qué locura, ¿no? En medio de un lado y de otro, sin perdonar, sin perdonarme, sin avanzar”?
– Sí, la recuerdo. ¿Qué me dices con eso?
– Pensé que tú eras la lista…
– Lista, no adivina. Venga, dime.
– Es que… Siento que me pasa exactamente eso, que no he conseguido avanzar… Siento que, no sé…
– ¿Que somos unas obsesionadas? ¿Que seguimos pensando en él? ¿Que es probable que sigamos enamoradas?
– Ahora entiendo por qué eres la lista…
– Pues yo sigo sin entender qué es lo que quieres que haga yo…
– Pensé que tendrías alguna solución… Siempre la tienes.
– Ya… Pero ahora mismo estoy como tú. Sin embargo, creo que la solución es el tiempo.
– ¿El tiempo? Explícate, anda.
– Es verdad que eres la tonta, sí.
– La tonta, la tonta… Eres imbécil.
– El tiempo, dejémosle correr. Olvidémonos de él.
– Sí, muy fácil…
– No somos las primeras ni seremos las últimas a las que nos pasa esto, ¿sabes? Te crees el ombligo del mundo…
– Agg, no sé ni por qué te pregunto…
– Pero sabes que tengo razón. Lo que pasa es que esperabas que te consolara, que te diera la razón y que te dijera algo así como “Va, mujer, inténtalo”. Pero no lo haré porque sería peor. Y no pongas esa cara de felicidad ni vengas a abrazarme porque ambas sabemos muy bien que no lo hago por ti, lo hago por mí. Porque será más fácil para mí si tú te olvidas de él y estás feliz. Y ahora, si has terminado de molestarme con tus lagrimitas de estúpida, lárgate.
– Te odio.
– Ah, y hazme un favor. Que no se te note que estás mal porque entonces todos sabrán que yo también lo estoy.
– No entiendo por qué siempre te haces la dura, eres idiota. Me voy, antes de que me olvide de que yo soy la dulce.
[E.Bueno]